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Y por causa de esta debilidad debe ofrecer sacrificio, tanto por sus propios pecados como por los del pueblo. Y nadie toma esta honra para sí sino porque ha sido llamado por Dios, como lo fue Aarón.

Así también Cristo no se glorificó a sí mismo para ser hecho sumo sacerdote sino que lo glorificó el que le dijo:

Hijo mío eres tú;

yo te he engendrado hoy[a].

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Footnotes

  1. Hebreos 5:5 Sal. 2:7; cf. Heb. 1:5; 2:7.